martes, 13 de noviembre de 2012

CUATRO MESES DOS PUNTO CERO. ¿RUNNER BLUES?

larazalaraza.com
¿Qué tal vaguetes? Por aquí ando yo dispuesta a chafardear mis no logros de este mes, a cuarenta y ocho días de mi amada San Silvestre y sólo con cincuenta kilómetros a mis espaldas en los últimos treinta días. ¿Son pocos? Sí. La mitad de los que tenía que haber hecho. Por cierto, me faltan 18,5 kilómetros para llegar, figuradamente, a Madrid. Este año he corrido casi 600.
No sé el motivo, pero me busco a mí misma y no me encuentro. Para empezar, he tenido que volver a poner a mis zapatillas las plantillas taloneras, porque la periostitis tibial amenazaba con regresar, y si en este caso primeras partes nunca fueron buenas, no les digo las segundas. Para seguir, me veo incapaz de correr más de seis kilómetros seguidos. No me apetece, no quiero, no me motiva, no me sulibeya. A la hora de levantarme del sofá para ir a correr unas manos invisibles tienen que salir de mis propias manos y empujarme el culo. Empiezo a pensar que sufro el runner blues o tristeza del corredor y que ello es fruto del sobreentrenamiento al que me sometí en verano. No, si ya lo decía yo: esos polvos siempre acaban trayendo estos lodos. Total, que me estoy obligando a correr. Unos días me va mejor que otros, pero no soy yo. No tengo aquella alegría exultante que me dominaba hace meses al llegar de una sesión. Vuelvo a tener las mil y una agujetas. Pero yo me obligo, porque afortunadamente tengo mucha fuerza de voluntad y porque no hay marcha atrás. No quiero perder forma, no quiero perder músculo. No quiero volver a ser una vaga con un sofá pegado a mi culo. Pero me cuesta lo mío, y eso que estos meses son los que más me gustan para correr, sin calor y sin agobios de gente en los paseos marítimos. Supongo que también se deberá a que he cambiado los rangos de esfuerzo, ahora entreno más rápido y me canso más, evidentemente. Pero no soy yo, y no me gusta convivir con una extraña en el cuerpo. Tengo miedo de que me entren ganas de dejarlo y espero que sea pasajero. En fin, veremos qué pasa el mes que viene.