domingo, 26 de mayo de 2013

CARRERA CONTRA EL CÁNCER: MEDIO RETO SUPERADO!!!!

Bien escoltada antes de la salida
Esto de las carreras pequeñas tiene más peligro que una serpiente de coral dentro de los calzoncillos (o de las bragas, por aquello de no discriminar). Lo digo porque como te crees que tienes menos riesgo de palmarla por aquello de que es menor la distancia, pues decides probarte a ver cuánto aguantas y no llevar estrategia ni pollas. Y eso es lo que me pasó a mí hoy, y a mi marido, que corrió a un ritmo endiablado de 3'41".
Parece que últimamente mi tónica general es correr convaleciente de un trancazo monumental. Ya me pasó en la San Silvestre, que me levanté de la cama para correr. Esta vez no me levanté porque en ningún momento me había metido en ella. No por decisión mía, fue mi nómina la que no estuvo de acuerdo en absoluto en coger la baja para pasar encamada un brutal resfriado que acabó, cómo no, con antibióticos. Y a pesar de que el médico me aconsejaba no correr hoy, y que no había entrenado nada en los últimos quince días, fui. La carrera del cáncer es imperdonable para mí, por mi padre, por mi hermano, por todos los conocidos, desconocidos y anónimos que sufren esta mierda de enfermedad. Y lo mismo que yo debieron de pensar las 915 almas que participaron en la prueba absoluta. Al fin y al cabo, son sólo 5000 metros. Pero a mí, como digo, convaleciente, me parecieron 50.000.

La familia que corre unida, permanece unida
Nos tocó un día nublado y frío, a diferencia del año pasado, que fue radiante. Y la verdad es que la ciudad se volcó con el evento, estaba todo el mundo: Gaby, Fede (gracias por cogernos el dorsal, chavalote), Patricia, Bruno, Jorge, Miguel, Paloma, Antonio... Por cierto, el año pasado fueron Paloma y Antonio los que marcaron mi ritmo y gracias a eso me di cuenta de que podía correr más rápido de lo que yo pensaba sin despedirme de este mundo cruel, y lo había hecho a un ritmo de 6'20". A partir de ahí empecé a rebajar las marcas de todas mis carreras. Hoy no llevaba liebres, pero quería cubrir la mitad de mi reto, que les recuerdo que es correr 10 km en 60 minutos, es decir, ir a ritmo de 6'. Y para eso, primero hay que lograr correr los 5 km a ese ritmo. Bueno, pegaron el tiro y empecé muy bien, acabé el primer kilómetro a 5'15", ya sabiendo que me iba a resultar imposible seguir así. La primera vuelta me resultó una completa torturita china, me pesaban las piernas a plomo... ¡y los brazos! En diez kilómetros es normal que dos o tres veces tenga que bajarlos para relajar los músculos, pero en cinco no me había pasado nunca. Lo achaqué a la falta de entrenamiento y a lo hecha mierda que había estado los últimos quince días. Y me acordé del maldito médico: no debería haber corrido, pero ya estaba allí. La prueba constaba de dos vueltas al circuito y ya saben lo que pienso sobre eso: dejà-vu chungo. Más chungo todavía fue ver a gente andando ya en la primera vuelta. Mientras yo subía al Millenium me crucé con mi marido, que bajaba pateando como un gamo. Hasta entonces, todo controlado: 170 pulsaciones y yo más jodida que un ciclista subiendo el Tourmalet, sin coger bien el ritmo ni conseguir concentrarme en la música que iba escuchando. Llevaba el gps activado para medir el recorrido, y a los 1500 metros sólo me apetecía marcharme a casa y darme un baño caliente... o una ducha fría, no lo tenía muy claro.

Empezando la segunda vuelta, creo...

La cosa mejoró y empeoró en la segunda vuelta, ya no hubo dios que me hiciera bajar de las 188 pulsaciones (nunca había corrido a más de 180, o por lo menos tanto tiempo). En el 3,5 me llegó el momento revelación, ya saben, me dan igual ocho que ochenta. Había muchísima gente animando y bajé hacia la meta frenándome para no elevar más el ritmo cardíaco. Aunque iba agobiada, mis pulmones se comportaron, y es que en esta última semana apenas había fumado, y se nota, vaya si se nota. Iba haciendo sumas, restas, multiplicaciones, divisiones... en fin, sencillas operaciones de cálculo elemental a ver si conseguía terminar en 30 minutos o menos, bajar de los 32 minutos del año anterior, en suma, y de repente me asaltó un pensamiento espantoso, que fue el siguiente: Morgana ¿te imaginas hacer EL DOBLE de kilómetros a este ritmo? ¡Imposible! Creo que no lograré mi reto 10/60 en la vida. Afortunadamente, mi chico me esperaba a doscientos metros de la meta para tirar de mí y entrar juntos. Bueno, en su caso, reentrar, había terminado en 18 minutos, bendito él. Crucé el arco en 29'37" a 195 ppm. Había conseguido acabar en menos de media hora por los pelos y subir mi umbral aeróbico en unas 10 pulsaciones más. Y mi gps cantaba que no eran 5000 metros, sino 4830, pero ¿qué más da? Según la organización corrí a 5'54", según mi maldito cacharro, a 6'07". En cualquier caso, prueba conseguida.

En fin, bien está lo que bien acaba. Entré de 768 sobre los 915 y de 231 entre las 450 féminas. Ojalá el año que viene no me toque ir resfriada otra vez, porque juro que volveré. Mi chico quedó de 62, como el campeón que es.

Ahí entra el 62
Y con esto acaba una temporada de carreras de la que me siento satisfecha, puesto que he bajado mis tiempos en todas ellas con respecto al año pasado. Estoy especialmente contenta con las diez mil, he rebajado diez minutos los tiempos del 2012. Hasta que empiece la nueva temporada, el 6 de Octubre con La Coruña 10, me apuntaré a cositas pequeñas que me resulten apetecibles y seguiré entrenando lo que pueda, porque si de algo no estoy orgullosa esta temporada, es de mis entrenamientos.

PD. Gracias, Pablo, por las excelentes fotos.

lunes, 13 de mayo de 2013

VEINTIDÓS MESES CORRIENDO: GANO UNA MEDALLA

 Ustedes imagínense la escena:
-¡Mamá, mamá, mamá, he ganado una medalla de atletismo en el cole!
-¿No me digas, hija? ¡Qué bien!
El asunto tendría un pase si la ganadora en cuestión no tuviera cuarenta y siete añazos ¿verdad? Pero el caso es que así llegué yo el viernes por la tarde a casa de mi madre, que se partía de risa viéndome tan entusiasmada. Nunca ha entendido del todo nuestra afición al running.
En fin, que este último mes he continuado con mi filosofía del NPN, lo que se traduce en la práctica en semanas siguiendo puntualmente el plan de entrenamiento y semanas pasando de todo si llovía, que llovió. En una de mis salidas pude hacer realidad mi sueño de correr en Ourense por la ribera del Miño, lástima que el calor fuera francamente insoportable. Tuve que pasar una semana en el dique seco por lo maltrecha que quedé de los diez kilómetros de La Coruña 42, así que no entrené demasiado, todo sea dicho.
Con mi compañero Fernando, antes de empezar

El maratón do Salnés es una carrera escolar (3,73 km) que se viene celebrando en Portonovo todos los años. Ésta era la vigésima edición y yo ya la había corrido el año pasado con los alumnos de mi cole de 3º y 4º de la ESO. Este año fuimos con los de 1º y 2º. Acuden colegios de toda la comarca y está muy concurrido. La parte mala es que el trazado es bastante horroroso, con un par de cuestas de éstas que empiezan tendidas y al final tienen un repecho que te cagas. Y no lo compensas con la cuesta abajo, no... al contrario, tienes que ir frenando la inercia porque las piernas no dan para más.
El año pasado me encontré con la desagradable sorpresa del trazado unida al calor insoportable, pero este año ya sabía a lo que me enfrentaba, la experiencia es un grado. Y un vientecillo del nordeste anunciaba que la cosa iba a ser menos sacrificada que el año anterior. Además, esta vez corrí sola, en la anterior edición iba marcándole el ritmo a una alumna. Y es de esas carreras odiosas que das dos vueltas al mismo circuito, lo que yo llamo el "Síndrome del dejà-vu chungo", así que te comes cuatro cuestas sí o sí, dos de ellas al lado de la meta para entrar en la ídem arrastrándote como una puta serpiente, sin la menor elegancia y con nula dignidad. Véase si no cómo pasé la primera vuelta, que parezco Lina Morgan:


Bien, mi intención era la misma que en todas las carreras que he corrido este año: hacer menos tiempo que el año anterior. Ésta la había terminado en 27'30'' hace doce meses y conseguí rebajar tres minutos y acabar en 24'15". No estoy satisfecha con el resultado, en las demás carreras, siendo más distancia, he conseguido bajar entre cuarenta y cinco segundos y un minuto, pero ya digo que las cuestas malditas son muy poco agradecidas y sólo conseguí acortar treinta segundos por kilómetro. En fin, menos da una piedra. El recorrido transcurrió como de costumbre: rodeada de chavales que salieron como toros en los sanfermines y pincharon al empezar la primera cuestita, para rehacerse milagrosamente a los trescientos metros de la meta. Yo corrí todo el tiempo, sin quemarme demasiado, la verdad es que a lo mejor podría haber sufrido un poco más, pero no tenía ganas. Al final crucé la meta con bastante presencia de ánimo, teniendo en cuenta que iba con un pulmón en cada mano:


llegada a meta
 Y cuando las chicas del control de meta me pusieron la medalla al cuello, no me lo podía creer. "¿Pero es para mí?" repetía sin cesar. Es la primera vez en mi vida que gano algo en una competición deportiva, no os podéis imaginar la ilusión que me hizo, aunque fuera en una carrera tan cortita, estaba como si hubiera acabado la maratón. ¡Mi primera y probablemente última medalla! Se la dediqué a Marta, la alumna con la que había corrido el año pasado. Cuando salieron las clasificaciones vi que había quedado de cuarta en mi categoría... por los pelos me quedé sin trofeo y sin podio. Casi mejor, no creo que mi maltrecho corazón hubiese soportado tanta emoción. A lo mejor el año que viene...



mi medalla, mi tesoro...
Lo mejor, las felicitaciones y los aplausos de los alumnos que habíamos llevado. Muchos de ellos llevaron medalla también, y algún que otro trofeo.
En fin, que sólo me queda una carrera para terminar la temporada: será la del Cáncer en La Coruña el 26 de mayo y espero poder ir y hacer mejor tiempo que el año pasado. ¡Y qué poco me queda para mi runneraniversario, sólo un par de meses! Tengo que ir pensando en cómo lo celebro. ¿Alguna sugerencia?