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Carrera contra el cáncer foto: bodymore.blogspot.com |
Estoy muy contenta. La constancia no es mi principal virtud y he de confesar que me canso pronto de las cosas, al igual que me entusiasmo con ellas al principio. Hoy hace doce meses que me dedico a esto del running y después de un año posteando mis humildes progresos creo que puedo afirmar que no sólo no tengo la menor intención de dejarlo, sino que además pienso mejorar durante los próximos doce meses, para lo cual ya he empezado mi nuevo plan de entrenamiento hace apenas quince días, aprovechando que estoy de vacaciones y puedo "disfrutar" a placer del nuevo lotazo de agujetas, que ya creía olvidadas. El otro día hasta me tuve que tomar una aspirina, porque cuando me desperté tenía el "síndrome de Astérix", es decir, creí que el cielo se había desplomado sobre mi cabeza, o sobre mis costillas, mis piernas, etc. Soy masoquista: me gustan las agujetas en su justa medida. Y me gustan sobre todo porque eso es lo único que tengo: agujetas. Desde que corro no he vuelto a tener ni una sola contractura de cervicales o de lumbares, que eran mi caballo de batalla. He olvidado que un día tuve fisioterapeuta y todo.
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Maratón do Salnés. Foto: Colexio Abrente. |
Los milagros no existen, eso está claro, cada vez soy más fan de la constancia y la disciplina. Eso es lo que me ha llevado a pasar en doce meses de ser una completa sedentaria a una corredora aficionada capaz de trotar diez kilómetros seguidos. Gracias a un plan completamente personalizado basado en correr/andar y no cansarme. Y yo que me conformaba con ser capaz de correr veinte minutillos o media hora seguida... Pues no señor, quiero más, mucho más. Porque esto es un no parar y no hay techo, una vez conseguida una meta, hay que ir por otra, así no se pierde la ilusión. Como ya dije
en otra entrada, el objetivo para este año será correr los diez mil en una hora. Empieza, pues, la era 2.0. Considero que mi fondo ya está hecho desde el momento en que puedo corer casi hora y media seguida, así que ahora hay que reducir los tiempos. El plan es el lógico en estos casos: combinar las salidas a distintas distancias y velocidades y un poco de fartlek o cambios de ritmo. A partir de septiembre empezaré a entrenar sobre diez kilómetros porque tengo carrera en octubre. Durante el verano entreno sobre ocho, un día lento y otro rápido, y otro día sobre cinco a la velocidad que sea capaz de soportar.
Pero bueno, hagamos un poco de historia, aunque, la verdad, la he contado
ochocientas veces, jaja.
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Entrenando de tarde por el Lérez. Foto: Fata Morgana |
Tras años de convivencia con un runner del que no se me había pegado absolutamente nada, me decidí a correr porque tenía muchos ataques de ansiedad. Sí, de esos que dan con opresión en el pecho, etc, etc. Un día que estaba tumbada al sol me dio un arrebato, me levanté y me di una vuelta corriendo por el perímetro de mi casa. Pobre de mí, los últimos 20 metros iba boqueando... pero como vi que sobrevivía me decidí a hacerme
un plan y a cumplirlo a rajatabla, y así hasta hoy. Si de algo me alegro infinito es de haber empezado en verano, porque fui capaz de seguirlo a pesar de las juergas, las copas, los pitillos, las paellas y churrascadas, los tintos de verano y las alevosas nocturnidades. Eso hizo que en invierno perseverara en el asunto, con la vida mucho más ordenada. Cumplí
mi primer objetivo, el de correr media hora seguida, dos meses antes de lo previsto. Ese día lloré. Aparte de las oposiciones, era la primera vez en mi vida que conseguía algo a base de esfuerzo y trabajo continuado, de disciplina cuartelera, de salir mis tres días a la semana sí o sí, sin excusas.
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Maratón y 10 km de La Coruña. Foto: www.riazoratletismo.com |
Como ya he dicho otras veces, correr no me ha implicado ninguna renuncia. Era y soy fumadora (cada vez menos, eso sí), bebedora, juerguista de fin de semana, me gusta comer y la buena vida. He dejado que el propio entrenamiento fuera regulando mis malos hábitos. Ahora fumo poco, bebo menos, como mejor y tomo agua por litros. Y, por supuesto, la ansiedad ha desaparecido. Por lo menos sus manifestaciones físicas. En cuanto me noto sobrecargada, zapatillas y a la calle. Afortunadamente, no he sufrido lesiones, pero sí me noto resentida de los ligamentos laterales internos de las rodillas. Al principio tenía muchos dolores en las espinillas que me han ido pasando. Me lo tomo con calma, conozco a bastantes corredores lesionados por exceso de entusiasmo y no quiero entrar en ese club. Los días que no corro no hago nada especial, a veces voy a andar o a nadar y otras me quedo en casa tirada en el sofá. La idea ahora es empezar en serio con los abdominales y con algo de musculación de brazos.
Fue mi marido el que me animó a ir a las carreras populares. A mí me daba vergüenza. De hecho, me anduvo comiendo el coco para que me presentara a una de diez kilómetros en octubre, pero me negué en redondo, sólo llevaba tres meses corriendo y aún no era capaz de hacer 5 km seguidos. Me reservé para la
San Silvestre, casi 8 km, y llegué de última, pero muy orgullosa de mí misma. Desde entonces siempre entreno para alguna carrera, porque la verdad es que correr por correr no me hace ninguna gracia, necesito retos. Creo que me quedaré en los 10000 como mi distancia estrella, pero los que saben del tema me dicen que acabaré yendo a alguna media maratón. Yo no me veo, la verdad. 21 kilómetros son muchos kilómetros, pero tampoco me cierro en banda. Entre pitos y flautas, he corrido cuatro carreras populares este año. Me encanta ir, descargo muchísima adrenalina.
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Cruzando la meta de la San Silvestre Foto:Rialto |
Una de las cosas que he hecho, aparte de abrir este blog y dar la brasa con mis logros y los problemas derivados de la práctica del footing, ha sido incentivarme mucho a base de regalitos. Todos los meses, algo de ropa deportiva o algún gadget. Siempre corro con música, es como una droga, y desde diciembre utilizo gps en el móvil. Apunto todas mis salidas: kilometraje, velocidad media, velocidad máxima, pulsaciones medias, pulsaciones máximas... es la única manera de ir viendo el progreso. Antes usaba una hoja excel, ahora lo hago en tiramillas.es. Un día a la semana sigo con lo de
correr/andar, sólo que la parte de correr la hago al 90-95% de mi frecuencia cardíaca. Y se nota la mejoría un montón. En cuanto a la ropa, tengo todo un fondo de armario runner, pero todo baratito. Soy fan de Decathlón. Sólo gasto un pastizal en las zapatillas, aunque aún estoy con el primer par. Las cambiaré en septiembre, cuando haga el año que las compré, antes de que terminen las rebajas.
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Cruzando la meta con mi amiga Paloma. Foto: Fata Morgana |
En un año he salido a correr 137 veces. No sé cuántos kilómetros llevo recorridos en total. Desde el 1 de octubre van casi 600. Ahora hago unos 25 a la semana. Empecé corriendo a 9 m el kilómetro. Ahora puedo correr ya a 6.15-6.30 en distancias pequeñas. Algo he mejorado ¿no? El pulso en reposo me ha bajado ostensiblemente, pero lo mejor es la musculatura, mi madre dice que se me han puesto piernas de hombre, pero yo estoy encantada. Y he perdido la vergüenza, completamente. Casi siempre corro sola, es difícil combinar horarios con otra gente que, además, corra al mismo ritmo que tú. Me gusta más correr por la tarde, tengo mal despertar y por la tarde rindo mejor. Y prefiero mil veces correr en invierno que en verano. No soporto el calor, rompo a sudar con facilidad y hay días que el ejercicio es una auténtica tortura. En invierno hay que luchar con el frío, pero es mucho más llevadero, sólo es cuestión de ponerse capas. Si hace calor llega un momento en que no puedes sacarte nada más y el rendimiento se resiente. Raras veces me he quedado en casa por frío o lluvia, pero el calor sí que me tira para atrás.
¿Que si lo voy a celebrar? Sí, por supuesto: corriendo este sábado 4 kilómetros en esta iniciativa:
http://www.beerrunners.es/. ¡Y eso que no me gusta mucho la cerveza! Y creo que no habrá regalito de celebración, que estamos en crisis. Por lo menos correr es gratis, ya es un consuelo.