Foto y zapatillas propiedad de Fata Morgana |
Perraco
agosto... ya lo sabía yo, ya. Menuda improductividad la mía. El mes pasado
lanzando soflamas sobre la constancia para acabar cayendo en brazos de la
inercia. Juzguen ustedes mismos: en julio corrí casi 90 kilómetros. En agosto,
sólo 22 y medio.
En
honor a la verdad, uno de los culpables es el tan rimbombante número que acabo
de citar junto al mes de julio. En otras palabras: hiperentrenamiento.
Hiperentrenamiento por exceso de kilometraje, por exceso de días de salida, por
exceso de entrenamiento cruzado. Un maldito exceso, vaya. ¿Que por qué entrené
tanto? Porque tenía demasiado tiempo libre y no sabía qué hacer con él. Porque
estaba agobiada con problemas personales y correr era la única manera de
desfogar. Porque no respeté mi pauta de entrenamiento, tocaban ocho kilómetros corriendo despacio y yo iba a bajar mi propia y penosa marca, cosa que hice varias veces, por cierto. A finales de julio el cansancio y, sobre todo, el terrible dolor de
piernas, me obligaron a bajar el ritmo en número de kilómetros y de salidas.
Una cura de humildad, qué duda cabe... Unos cuantos excesos veraniegos y un
viaje a París que resultó más agotador que cualquier maratón siguieron
sirviendo de excusa para perrear, talcualito lo cuento en mi serie sobre cómo
sacar el culo del sofá, vaya. Y llega septiembre, y sigo perreando hasta el
miércoles, cuando mis obligaciones de madre puedan ser compartidas por el
colegio y por fin tenga algo de tiempo para mí. Más me vale, el 7 de Octubre
tengo una carrera de diez kilómetros y créanme, si el miércoles consigo correr
cinco sin morirme haré una fiesta (nooo, fiesta noooo).
Afortunadamente, me he dedicado bastante a la bici. Cierto que no aporta tantos beneficios aeróbicos como la carrera, pero para este inpass me ha venido estupendamente para no perder el contacto con el deporte y para fortalecer mis maltrechas rodillas.
Las zapatillas de la foto son las que me autorregalé hace un año. Parece ser que ha llegado el momento de cambiarlas, los talones están destrozados y despelujados. Las punteras tienen agujeros. Parece ser que sí es verdad que he hecho unos 800 kilómetros con ellas. Es mi recuerdo de tiempos mejores hasta que vuelva a ponerme las pilas, dentro de 48 horas. Tengo muchas ganas.
Este mes casi no he corrido, pero he aprendido una lección importante: el que mucho abarca poco aprieta. Y es bueno hacer un parón de vez en cuando, aunque sólo sea para echarlo de menos. Hasta la próxima, vagorruners.