martes, 8 de enero de 2013

SAN SILVESTRE 2012: EL CARRERÓN

foto propiedad de Fata Morgana
Queridos seguidores: antes de nada, feliz año nuevo a todos. Queridos seguidores novatos: si sois tortugas asmáticas os interesa leer esta entrada.
El 31 de diciembre afronté mi segunda San Silvestre (llamada por mí la San Suplicio) en las peores condiciones posibles. Al final se me coló algún virus maldito en mi sistema inmunológico y llevaba ocho días con un catarrazo de antología, hecha un puro moco y llevando siete noches sin dormir apenas por culpa de la tos. De hecho, esa mañana me levanté con tal cantidad de agujetas en la espalda y el diafragma que a punto estuve de mandar todo a tomar por saco. Para acabar de ayudar, esa tarde jarreó más que nunca, llovía que ni en la selva tropical. De lo más apetecible, vamos. Mi último entrenamiento, por evidentes motivos de salud, había sido el 25 de diciembre, así que iba descansadísima de piernas, a falta de descanso en mis vías respiratorias. Estaba tan obsesionada por hacer la carrera que tres días antes, y viendo síntomas claros de infección, fui al médico a que me diera un antibiótico suave y no le dije que iba a correr. Quería hacerlo y tenía que hacerlo, para eso había estado entrenando el último mes. Eso sí, me prometí a mí misma que me retiraría en caso de encontrarme mal o notar fatiga. 
Total, que allá nos presentamos mi marido y yo en el punto de salida a las cinco zulú, en vez de quedarnos en casa durmiendo la siesta, que la tarde no estaba para otra cosa. En el trayecto hasta la plaza de María Pita nos cayó la del pulpo y nos pusimos como pitos. La lluvia deslució la salida, sobre todo porque no se disfrazó tanta gente como otros años, pero no así el índice de participación: de los 1253 apuntados, llegamos a la meta 1126. El primero lo hizo en 24 minutos, el último en hora y siete.
¿Qué tal me fue a mí? Muy bien, la verdad. El año anterior había llegado de última y había tardado 58 minutos en hacerla, esta vez tardé 50. ¡Ocho minutos menos que el año pasado! Es decir, en un año le he bajado un minuto a cada kilómetro. No puedo estar más contenta.  Por eso digo, seguidores novatos, que no perdais la fe, el dios del running existe. Creo que se llama entrenamiento. Parece ser que los 700 km que les metí a las zapas en 2012 han servido de algo.
No sólo fue el resultado, fue la carrera en sí. Aunque me esté mal decirlo, corrí estupendamente, controlando muy bien el ritmo, cortándome en las cuestas (que por cierto me parecieron mucho menos chungas que el año pasado), aprovechando el tirón en las bajadas, disfrutando a tope, sin agobios, sin sofocos, sólo sonándome la nariz continuamente, eso sí. ¡Y sin cruzarme con los que iban ya de vuelta, sin llevar el coche escoba detrás, ni las motos! Habría firmado por llegar en 55 minutos, así que os podéis imaginar cómo iba gambeando en los últimos 500 metros, al ver que iba a acabar en menos de 51. Disfruté el momento, sí, porque sé que el año que viene ni de coña podré bajar tanto el tiempo, el ritmo llega un momento que se estabiliza por mucho que se entrene. Para acabar de hacerme feliz, dejó de llover, no hizo viento y mi marido estaba esperándome en la meta para darme un abrazo. A él le fue genial, como siempre, acabó en 30 minutejos de nada. Como yo no tengo foto en carrera, pongo la suya:
foto propiedad de www.sansilvestrecoruna.com
En cuanto a la organización, impecable. La gente se ha quejado del precio de la inscripción (12 euracos), pero no me parece tanto considerando que la camiseta que regalaban está guay (con gorrito de papá noel incluido) y que el avituallamiento de la meta incluía roscón de reyes, isotónica, fruta y agua. Por cierto, mucho mejor este año la organización de championchipnorte en cuanto a los resultados, ya desglosados en tiempo real, tiempo neto, etc. La San Silvestre coruñesa va por su tercera edición y se nota cómo va ganando en experiencia. Que cuenten conmigo el año que viene.



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