domingo, 15 de abril de 2012

CRÓNICA DE LA I MARATÓN DE LA CORUÑA Y POPULAR 10 KM

Foto propiedad de Fata Morgana
2070. A este número he quedado reducida. Otro número más a añadir a los varios que gobiernan mi vida y la de todo españolito: DNI, NIF, móvil, Seguridad Social... en fin. Ya tengo dos dorsales en mi galería particular. Y unas cuantas agujetas más en mi haber. Que no es lo mismo correr diez kilómetros porque sí que correrlos con otra mucha gente y en condiciones climatológicas espantosas, que es lo que ha pasado hoy. Pero bueno, como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes, que esta crónica va a ser larga y necesita orden y concierto. Contaré de primera mano lo que vi en los 10 kilómetros y de segunda, por boca de mi marido, lo de la maratón.





foto: Federación Galega de Atletismo
Kilómetro 0: suena el despertador a las 7.30, aunque ya estamos despiertos. Yo no he dormido bien, pero por lo menos no me levanto cansada. Un horrible "uuuuuuh" que resuena por el patio acompañado de un sonido de incesante goteo nos indica que las previsiones meteorológicas se han cumplido: lluvia gorda y un viento horroroso. Lo ideal para un día de carrera, vaya.
A las 7.55 salimos de casa para dirigirnos a la salida de la carrera, aproximadamente a kilómetro y medio. Nada más salir del portal notamos la primera bofetada del viento en la cara. Es lo malo de vivir cerca de la playa. También es un adelanto del infierno que nos espera. En la calle hay un follón espantoso: es una zona donde se juntan a tomar la última todos los crápulas del saturday night y aún encima hoy hay derbi futbolístico Celta-Deportivo a las 12.00 zulú. Como dice la canción de Sabina: "ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador". Y yo, por una vez en la vida (y sin que sirva de precedente), estoy del lado de los "buenos". En fin, avanzamos entre la crapulada y a unos quinientos metros de la salida empezamos a animarnos al ver el ambientillo, a pesar de que hace frío y, aunque no llueve, las nubes en lontananza no auguran nada bueno. Pasan corredores protegidos con bolsas de la basura y chubasqueros de los chinos de a un euro. Me parece una idea excelente.
foto: Fata Morgana
8.10. En la salida me espera mi amiga Paloma con su marido. El mío se va a calentar y nosotras nos hacemos unas fotos para la posteridad aprovechando que aún estamos peinadas, por lo menos ella. Me hace mucha ilusión encontrarme con ella, porque nos conocíamos sólo por facebook y resulta que las dos éramos runners aficionadas. Todo el mundo habla de lo mismo: el tiempo, el maldito tiempo, más propio del invierno que de un 15 de abril, que si la carrera hubiera sido hace un mes habríamos tenido un tiempo cojonudo... en fin. Todo es un mar de dudas: que si me dejo el chubasquero, que si tendré calor con el chubasquero, que si llevo el forro polar... los maratonianos parecen tenerlo más claro, hay mucha carne a la vista. Solo de verlos me entra frío.
Foto: Fata Morgana
8.30. Me posiciono para fotografiar la salida de la maratón tras desearle suerte a mi chico. Me cabreo porque un tío grande como un armario de tres cuerpos se me pone delante. Me muero de vergüenza al ver que el tío grande lleva una pistola y que es, por lo tanto, el juez que va a dar la salida. Dispara y se me mete el olor a pólvora hasta el fondo de la nariz. No me gusta el olor a pólvora.




8.55. Ahora me posiciono para salir yo. He perdido de vista a Paloma mientras fui a dejar la bolsa, pero supongo que me la cruzaré luego. Me empato con mi prima Patricia en el cajón de salida, sabiendo que también la perderé de vista en cuanto den el pistoletazo. Corre mucho más rápido que yo, lo cual no es difícil. Por una vez en la vida, el pulsómetro, el ipod y yo funcionamos como un solo hombre y no tengo problemas.

Km 2: enfilamos hacia la playa del Orzán y una ventisca tremebunda acompañada de granizo, sí, ¡granizo!, hacía más de un año que no veía granizar, nos recibe. Es como encajar una enorme bofetada. Acabo de salir y ya voy a 160 pulsaciones. Me pregunto qué coño hago aquí, con lo bien que se estaba calentito en la cama. Me pregunto por qué tanto entrenamiento si en carrera soy incapaz de bajar de las 155 pulsaciones, y eso con suerte. Paloma me ha adelantado hace 500 metros, lo poco que puedo ver, porque el granizo se me mete en los ojos. ¿Cuánto durará la tortura? Unos cuantos metros más. De repente sale el sol, pero el viento no cede. Me adelantan ocho mil personas (corrían unas 1300) y decido concentrarme en la música que he preparado para el evento y olvidarme del resto. Entre los kilómetros 2 y 3 me adelanta el primero de la maratón, con toda la pinta de ser etíope. Él sigue y yo llego a la primera rotonda y doy la vuelta. El viento me dejará en paz durante un kilómetro por lo menos y me empujará el culo. Supongo, porque no miro atrás, que ya voy sola. Un señor me anima y lo obsequio con una sonrisa radiante.
km 4: llego a olvidarme de que estoy en una carrera de lo concentrada que voy en la música y en no subir las pulsaciones. Troto tranquila y feliz a 154 ppm. Casi no me he mojado con la granizada, era tan sólida que ha resbalado todo, menos las zapatillas, que ya van empapadas. Entonces se produce el momento de gloria: el etíope de la maratón me alcanza y, durante un microsegundo, corremos en paralelo. Esto es como las danzas de la muerte, el running aúna al campeón y a la última. ¡Maravilloso! Empiezo a cruzarme con los de la 10, que vienen enfrente, y algunos me saludan y me dan ánimos.
km 5: el momentazo. De repente, una chica me adelanta. Una luz se hace en mi cerebro: no era la última. Esa es la parte buena. La mala es que ahora sí lo soy. Observo a la chica y veo que, por el ritmo que lleva, va forzada y que si no gestiona bien sus fuerzas podré pasarla en algún momento. Procuro no rayarme con el tema y sigo corriendo. Me pongo de mejor humor todavía y al pasar el control de los 5 km vacilo a los chicos de la organización, apostados, qué casualidad, en mi antiguo colegio de EGB:
-Eh, vaya día de mierda -les suelto.
Me llaman de todo, quejica, que no es para tanto. Como llevo los cascos y corro, y ellos están parados, no escucho más. La chica sigue delante de mí y de vez en cuando anda. La pillo al final de la cuesta arriba en el 5.50 y bajo hasta el 6 a toda la hostia que me dan las piernas. En el ipod hace ya rato que suena rock and roll a tope. Me pregunto qué tal le irá a mi marido. En esto que me empiezo a encontrar con los de la maratón y lo busco, pero no lo veo. Algunos ya van andando, y eso que sólo van por el km 18.
Foto propiedad de Jacobo L
Km 7: se acaba la tortura del viento al abandonar el paseo marítimo y sigue luciendo el sol. Estoy feliz y relajada, aunque me duelen las piernas y el culo. Todo soportable. He pasado por delante de la casa de mi cuñada, de mi hermana, de mis tíos y de mi madre sin tener la tentación de subir. Vamos bien. De hecho, cuando veo que sólo quedan tres kilómetros alucino por colores. ¡Se me está pasando rapidísimo! Paso por delante de mi antiguo instituto y, como siempre, le echo la lengua.
Km 8: Ya corro por el centro de La Coruña y el volumen de curiosos animadores ha aumentado considerablemente. Decido darme un baño de masas, porque todo el mundo me anima. Choco manos de niños que me la ofrecen y tiro unos cuantos besos. ¡Esto es divertidísimo! El tráfico es un caos, hay gente corriendo por todas partes pero al mismo tiempo pasan coches. Los polis están de un café que dan miedito. Yo sigo corriendo. Ya no hay quien me baje de las 160 pulsaciones, estoy demasiado eufórica.
Foto: Fata Morgana
Km 9: los amables chicos de la última rotonda me informan de que quedan 1500 metros para la meta. Ahora la calle está llena de gente animando. Voy rodeada de maratonianos por todas partes. A ellos les quedan por lo menos 12 kilómetros. Me río por lo bajini hasta que recuerdo que mi marido está corriendo la maratón. A 500 metros de la meta hay un grupo tocando rock y al pasar por su lado les pido que toquen algo de AC/DC. Me obsequian con la intro de "you shook me all night long". En el 8.500, mientras sonaba el "Whiskey in the jar" de Metallica, me he quitado los cascos para disfrutar de los últimos metros de la carrera y del placer indescriptible de que todo el mundo te anime. Voy a entrar en meta, pero no aprieto el paso. Hace mucho rato que sé que voy a terminar a tiempo. Entro tranquila, aunque muy pasada de pulsaciones. He tardado 1:16 en hacer los diez kilómetros. No me vuelvo a acordar de la chica a la que adelanté hasta que la veo cruzar la meta. Me acerco a ella e intercambiamos impresiones. Hemos llegado de últimas, pero hemos llegado. Nos felicitamos por ello. Aún nos da tiempo de ver llegar a la meta al primer clasificado del maratón, cómo no, el etíope. Aproximadamente en 2:20.

Tras reponerme, coger la bolsa y cambiarme, voy a ver si veo a mi marido de una vez. Y, efectivamente, me lo encuentro en su kilómetro 28, tras 2 horas y 22 minutos de carrera, más fresco que una lechuga.


foto propiedad de Fata Morgana

Entonces me doy cuenta de que no he sudado ni gota, así que el frío debía de ser de los gordos. Comentamos que al pobre le quedan sólo dos kilómetros para encontrarse con lo que los maratonianos llaman "el muro". Aunque después me dijo que no se lo encontró hasta el kilómetro 40. Al que sí me encontré volviendo a casa fue al "tío del mazo":

foto propiedad de Fata Morgana


Y sí, me dio un mazazo en toda la cabeza. Pero no me importó mucho. Ya había entregado el chip.

Conclusiones:

En mi puta vida vuelvo a correr sin música. Lo hice para la San Silvestre y fue un coñazo. Yo con mi ipod a todas partes.
Me congratulo de no haber corrido ni un metro toda la semana anterior. No se me cargaron las espinillas y no me resentí en absoluto.
Mi marido es un crack: acabó en 3:34 y era debutante en maratón. ¿Por qué no se me pegará nada?
¿Merecieron la pena el madrugón, la granizada, las pulsaciones...? Definitivamente sí.





4 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena! Estoy deseando hacer una carrera popular, tiene toda la pinta de ser un rato estupendo :)

    Cuando la corra te voy a "copiar" esto de las crónicas :)

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  2. 1. Es genial, aunque se pasan muchos nervios. Ya puedes ir a alguna de 5 km, seguro que por tu zona ahora que llega el buen tiempo celebran carreras cortitas. Yo voy a una de 5k el mes que viene.
    2. Quien copia a un copión tiene cien años de perdón. Yo a mi vez supongo que también se lo copié a alguien. Gracias por tu visita, Mónica. Bss

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  3. Querida mía, ni la lluvia, ni el viento, ni el frío, ni el granizo, impidieron que hiciesemos una carrera de miedo, ni impidieron que nos conociésemos. fué un buen día, disfrutamos muchísimo y después de estar mucho tiempo en la red , compartiendo con nuestro amigo de portobello buena música. ese día compartimos kilómetros en el asfalto "genial" .Que el hombre no separe lo que la música y las carreras han unido, un besazo.
    Paloma.

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  4. Tienes la razón en todo, en todoooooooo. BSSSsSS

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