miércoles, 14 de marzo de 2012

PIENSO, LUEGO CORRO

imagen por cortesía de blogs.adidasla.com
El otro día aconsejaba yo a mi amigo Jorge, que, al igual que mi marido, prepara su primera maratón, el libro "42 reflexiones y 195 metros". Va sobre lo que piensa un tío mientras corre la maratón. Precisamente el otro día hablábamos de los pensamientos chungos que te atacan por todas partes cuando corres y la falta de glucosa empieza a hacer de las suyas en tu runnercerebro. Mi marido, que ya tiene varias medias maratones a sus espaldas, siempre dice que a partir del kilómetro diez el tema de la pijotera empieza a ser bastante más jodido que el de las patas. Y digo yo... si ya empiezo a tener pajas mentales desde el kilómetro uno, qué será cuando lleve doce...
Es por ello que hoy presento un recopilatorio de las muchas estupideces que se le pueden ocurrir a uno mientras corre. A mí misma, sin ir más lejos. Cualquier día en un entrenamiento cualquiera, ni siquiera teniendo encima la presión de ir en carrera.
Kilómetro 1. Joder, cómo me duelen las rodillas. A ver si pasa pronto este kilómetro. ¿Pero cómo es posible que vaya ya a 145 pulsaciones si acabo de empezar? No tenía que haber fumado después de desayunar. ¡Qué frío! ¿tendría que haberme puesto la camiseta de manga larga?
Kilómetro 2. Joder, cómo me duelen las rodillas. ¿Pero qué cojones pasa con las fases lunares? Siempre me toca entrenar en marea baja, coño. Qué asco, qué olor a huevos podridos. Voy a echar la potaaaa. Y dice el alcalde que la ría está limpia. Lo metía yo un par de horas para que cogiera el tifus. Mierda, ahí empieza el corredor de la muerte (zona en obras que obliga a correr pegado a los coches respirando su pestilente humo y por donde no caben dos personas). Espero que no haya muchos coches. Oh, no, ahí vienen dos viejas... ¿por qué tengo que dejarlas pasar? ¿Por qué no van por la acera, coño?
Kilómetro 3. Joder, cómo me duelen las rodillas. ¿Llevo las llaves de casa? Me estoy asando. ¿Cuándo aprenderé a salir con menos de dos mangas? Mierda, me están cayendo los mocos... Larga de ahí, perro, como me muerdas te daré una patada en los hocicos... Por cierto ¿qué habrá sido del tío triste con el perro triste? ¿Estará malito? Hace lo menos tres meses que no lo veo. La verdad es que el que dijo que perro y dueño acaban pareciéndose tenía razón.
Kilómetro 4. Nota mental: tirar estas bragas en cuanto llegue a casa. Se me meten por el culo. Tercer puente: eso es lo malo de las ciudades con río. Eh, capullo, déjame pasar, es un paso cebra. Vaya, ahí va la cursi que anda. ¿Pero cuántos kilómetros hará al día esa mujer? De todos modos, no le presta mucho, yo le veo el mismo culo que hace seis meses. Pensándolo bien, yo también tengo el mismo culo que hace seis meses... bueno, un poco más arriba, quizá.
Kilómetro 5. Venga, que ya queda sólo la mitad. ¿Qué le pasa al maldito mp3? ¿Dónde están los temas de AC/DC? Ah, jajaa, ya empiezan a aparecer los machacas del centro de tecnificación. Bah, corren por obligación. Esto tiene que ser un hobby, algo placentero. ¿Si es placentero por qué coño estoy sufriendooo? Qué bien van los marchadores. ¿Será muy difícil hacer marcha? Mierda, me adelantan todoooos. 158 ppm. Afloja, tía, afloja, eso no te conviene nada. Eso es, clava en 150. Cuando acabe la cuesta y des la vuelta será tu momento de gloria. ¡A volaaaar!
Kilómetro 6. Nota mental urgente: sacar de la lista de reproducción los temas de Steel Dragon y cargar los de Black Sabbath. ¿Y qué desayuno? Qué hambreeee. 270 calorías gastadas. ¿Sólo? Eh, capullo, déjame pasar. Es un paso cebra. Tengo que hacerme la lista de reproducción para la carrera. ¿Dejarán llevar ipod? A mí me resulta mucho más estimulante correr con música, sobre todo si voy a ir de última y me va a dar una vergüenza de la hostia.
Kilómetro 7. A un tercio del triunfo. Una maldita hora corriendo. Eres grande, Morgana. Y si fueras al doble de velocidad lo serías todavía más. Mañana vas a tener tantas agujetas que van a tener que contratar una grúa para levantarte de la cama, ya verás. Por lo menos ya no me duelen las rodillas. ¿No me duelen porque no me duelen o no me duelen porque me duele todo lo demás y ya no noto las rodillas? Mierda, se me mete el sudor en los ojos...
Kilómetro 8. ¿Por qué me mira todo el mundo? ¿Tanta cara de sufrimiento llevo? Pues no es para tanto, ya me da todo igual. A lo mejor podía seguir así hasta la Conchinchina. ¿Dónde estará la Conchinchina, por cierto? ¿Existirá de verdad, como Las Batuecas? Ooootra vez el corredor de la muerte. Bueno, peor será cuando el puente nuevo esté hecho, habrá que ir al quinto coño para cruzar. ¿Cuánto faltará para que lo terminen? ¿Qué mira, señor? Las mujeres también escupimos. Dé gracias a que no lo hago en sus pies... ni en los míos. No me lo puedo creer, debo de estar flipando por la falta de glucosa. Uno de los pescadores pringaos ha pescado un mújel. Es la primera vez en catorce años que veo que aquí se pesque algo que no sea un tifus. ¡Y qué grande es, qué ascazo!
Kilómetro 9. ¿Ya son las once y cuarto? Realmente no tengo por qué correr más, puedo dejarlo ya. Si lo dejo ahora me dará tiempo a estirar. Estirar es muy importante, tanto como correr, sí, debería dejarlo. Aunque bien pensado... sólo queda un kilómetro. ¿Te vas a rajar ahora por un puto kilómetro? ¿Qué miráis, pringadas? ¿Envidia? Yo corro, vosotras andáis, y aún encima, lento. Me tienen que faltar menos de quinientos metros, quinientos metros, quinientos metrooooos. Va a haber que estirar a toda leche. Sorry.
Kilómetro 10. ¡Lo conseguí! ¡Lo conseguí y no me he muerto! Adiós, puto pulsómetro. Quiero estirar, desayunar, ducharme y fumar, pero no sé en qué orden...

Y eso que el footing relaja. ¿Se imaginan esto durante 42 kilómetros y 195 metros?




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