Dos minutos antes de mi primera San Silvestre Foto propiedad de Fata Morgana |
Hola, queridos vaguetes. Escribo durante una semana de descanso tras la última carrera de diez kilómetros. Vacaciones que me he tomado sin el menor remordimiento de conciencia porque al fin y al cabo todos los humanitas funcionamos a base del sistema del premio y el refuerzo positivo y esto no iba a ser una excepción, ¿no? No sólo es por eso, después del esfuerzo que supone correr al límite el cuerpo necesita recuperarse, sobre todo las articulaciones. Estoy muy concienciada últimamente con el tema de las lesiones, será porque el churri tiene una fascitis plantar y está en rehabilitación y yo sigo a rajatabla aquello de "cuando las barbas de tu vecino veas cortar..."
Estoy contenta por varios motivos que a su vez se resumen en uno solo: qué bien me va con la filosofía del NPN (No Pasa Nada) ¿recuerdan? Se basa principalmente en bajar el nivel de exigencia y salir a correr por el puro placer de hacerlo, y estoy contenta, digo, porque a pesar de haber rebajado ese nivel y haber hecho casi todos mis entrenamientos desde septiembre con el método Galloway (correr-andar), no he perdido las pocas facultades que tengo, habiendo conseguido finalizar una carrera de diez kilómetros sin demasiado esfuerzo. Quiero decir que no por basar los entrenamientos en hacer parte del recorrido andando va a ser imposible estar corriendo durante una hora seguida. Imagino que tampoco es bueno anclarse para siempre jamás de los jamases en dicho sistema, pero hay que reconocer que es mucho más agradecido.
Este último mes he estado corriendo Galloway de dos formas: en series de 500 metros y en series de 250 metros, que es más agradecido, más divertido y más todo. Más agradecido porque apenas si te da tiempo a cansarte, lo probé recién salida de la gripe, porque estaba tan cascada que ni siquiera aguantaba el Galloway de 500, más agradecido porque en el recuento final vas más rápido que con el de 500 y más divertido porque cuando quieras acordar llevarás una hora haciendo ejercicio y te dará pena porque desearías seguir. Los cuadriculados del entrenamiento probablemente se echarán las manos a la cabeza, pero yo insisto en que no me voy a convertir en atleta a estas alturas, en que corro por mantenerme sana física y mentalmente y, sobre todo, en que ya bastantes reglas tengo que seguir en otros aspectos de mi vida como para hacerlo en la única actividad física que de verdad me gusta. Por eso estoy disfrutando del descanso sin que Pepito Grillo Cabrón ande saltando en mi hombro mientras me susurra el mantra de "Citius, fortius, altius". Y así lo retomaré la semana que viene: con ganas de pasármelo bien, que para sufrir ya nos llega con las que nos hace pasar la crisis ¿no?